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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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«Ustedes son testigos de esto»
Hoy, Jesús en el Evangelio, nos hace testigos del poder de su gloriosa resurrección. De esto, los Apóstoles darán testimonio después del acontecimiento de Pentecostés. Él, el Espíritu Santo es el testigo por excelencia; Él es, quien nos hace testigos… Por eso es tan importante recibirlo.
El Espíritu Santo es quien conduce y sostiene a la Iglesia. Pero esto se manifiesta de una manera más evidente cuando los hombres y mujeres que la conforman se dejan conducir y sostener por el Espíritu Santo; puesto que son ellos los que conforman la Iglesia. Y hay muchos que aún formando parte de esta Iglesia y que asisten a sus ritos, no están viviendo aún las verdades que Cristo nos enseña a través de su Iglesia (Católicos Light), y estas personas ante cualquier dificultad lo abandonan todo ó, se dejan conquistar por cualquiera que viene y le ofrece algunos “beneficios” espirituales o temporales. Esto sucede principalmente por dos cosas: falta de formación en la fe –para dar razón de ella- (Cfr. 1Pe 3, 15), y porque se ha apagado el fuego del Espíritu (2Tim 1, 6-7).
Cuando los Apóstoles reciben el Espíritu Santo el día de Pentecostés, ellos van y proclaman valientemente que Cristo ha resucitado, que está glorificado a la diestra del Padre, predican con valentía a un Jesús que fue crucificado. Pero en Hechos 4, vemos cómo luego de que Pedro ha sido encarcelado, ellos piden que Dios realice signos milagrosos para que la gente crea, y así fue, tembló y todos quedaron llenos del Espíritu Santo. Y es que esta presencia del Espíritu Santo “decrece” o se apaga en nosotros a menos que, nosotros permanezcamos en una actitud constante de apertura a Dios (DE ABRIR EL CORAZÓN), de oración. De lo contrario el fuego del Espíritu Santo se apaga. Por eso es necesario pedir constantemente esa efusión del Espíritu Santo.
Y esa efusión del Espíritu Santo no viene de la nada. Aunque muchas veces he dicho que es algo sencillo, y ciertamente es así, requiere de un proceso de preparación.
¡Hay que prepararse para recibir el Espíritu Santo! ¡Hay que pasar por un proceso de concientización! Requiere que haya un proceso de evangelización. Saber para qué se recibe (gracias, bendiciones, sabiduría, proclamación de Cristo vivo y resucitado). Por eso se dan los Seminarios de Vida en el Espíritu.
No basta “presumir” del estar lleno del Espíritu Santo. ¡Un paso importante es desterrar esa idea! ¡Es necesario que nos concienticemos de que necesitamos el Espíritu Santo!
Cuando recibimos el Espíritu Santo, empezamos a sentir un gran deseo de proclamar que Dios es Amor, de amor a los hermanos, amor por la Iglesia (Cfr. San Agustín: “dime cuanto amas la Iglesia y te diré cuan llenos estas del Espíritu Santo”) y, es que la Iglesia, los sacramentos, los sacerdotes, los evangelizadores, la comunidad, etc., son obra del Espíritu Santo. También empezamos a experimentar que somos poseedores de una Verdad que es Cristo Jesús.
Por eso hay que entrar en el Corazón de Cristo a través del Corazón de María, y suplicar todos los días el tesoro del Espíritu Santo; pero antes. Tesoro, porque sólo Él nos puede convencer en nuestro interior del amor de Cristo vivo y resucitado. Sólo el Espíritu Santo te convence de la importancia de Cristo en la vida, de su seguimiento, de la Verdad objetiva que nos trae. ¡Hazte su amigo y renueva el don de Dios!
P. Reinaldo Gámez