DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

¡Perdona siempre!

En este día del Señor, la Liturgia de la Palabra nos invita a seguir descubriendo el bello rostro de la reconciliación. La vida comunitaria comporta distintos aspectos y áreas que no siempre son fáciles de sobrellevar. De este modo y, siguiendo con la enseñanza de la corrección fraterna del domingo pasado, contemplamos en este día una extraordinaria enseñanza sobre el valor y el sentido del perdón.

La invitación a la hora de perdonar, es la de hacerlo al estilo de Dios, lo cual supone que el perdón ha de ser total, perfecto y sin límites… La Buena Noticia del Reino de los Cielos que nos presenta Jesús lleva como siempre el sello indeleble de la misericordia divina.

Antes que nada hemos de entender el perdón como un don, una gracia que llega a la vida del hombre gracias al amor y a la misericordia Divina. No obstante si bien el perdón no debe tener límites, asimismo debe estar siempre dentro del marco del arrepentimiento sincero y veraz. Pero exige abrir el corazón a la conversión, es decir, obrar con los demás según los criterios de Dios.

Por ello quisiera invitarte que a lo largo de esta semana te tomes un poco de tu tiempo para la reconciliación. Pídele al Señor que a la luz del Espíritu Santo te muestra a aquella(s) persona(s) con la(s) que Él quieres ejerzas el perdón y la misericordia. Para ello se ayudará mucho la contemplación de Jesús crucificado por ti y por mí en el madero elevado en el Calvario. Si no sabes como hacerlo, podrías pedirle a su Madre, tú Madre, que te enseñe y te guíe. También, será necesario que invoques al Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, sin su manifestación amorosa en nuestras vidas no nos es posible perdonar con el amor de Jesús.

También, haz un examen de consciencia y medita en todo los momentos que Dios te ha perdonado. Medita en el horror de los pecado que hubieses cometido de no ser por su Gracias y por su amor…

Mi queridos hermanos (as), hagan la prueba y verás lo liberador que resulta. Recuerden que son muchas las ofensas, mientras más se acumula la falta de perdón, junto con el dolor que ya de por sí la ofensa supone, más dolor y más sufrimiento…

Feliz día del Señor!

P. Reinaldo G

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