III. Catequesis Cuaresmal sobre la Obras de Misericordia

    Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales. La Iglesia las clasifica en 7 Corporales y 7 Espirituales.

Obras de misericordia corporales

  • Las dos primeras: dar de comer al hambriento, y dar de beber al sediento se complementan. Son un llamado a la ayuda que debemos procurar en alimento y otros bienes a los más necesitados, aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día
  • La tercera: dar posada al peregrino. Si bien en la antigüedad el dar posada temporal a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías, hoy día, dar hospitalidad a una persona o familia significa resguardar la vida del otro que está en estado de indefensión.
  • La cuarta: vestir al desnudo. Es el llamada a satisfacer la necesidad básica del vestido colaborando incluso con nuestro propio vestido.
  • La quinta: visitar al enfermo. Se trata de la atención a los enfermos y ancianos tanto en el aspecto físico y material, así como en brindarles compañía acompañándolos en su proceso.
  • La sexta: Visitar a los encarcelados. Consiste en visitar a los presos prestándoles no sólo una ayuda material sino también la asistencia espiritual y humana que les capacite para mejorar como personas, logrando comprender la dimensión del pecado y su corresponsabilidad en el mundo.
  • La séptima: Enterrar a los difuntos. Es el último gesto de amor y de respeto, recordando que sus cuerpos mortales fueron templos del Espíritu Santo.

Obras de misericordia espirituales

  • La primera: Enseñar al que no sabe. Consiste en enseñar tanto nuestra Fe católica así como las ciencias humanas, usando cualquier medio de comunicación disponible.
  • La segunda: Dar buen consejo al que lo necesita. Es el llamado a guiar correctamente y, conforme a los criterios evangélicos al hermano para que no se desvíe del plan de Dios, buscando así la salvación de su alma y la de otros.
  • La tercera: Corregir al que se equivoca. Es el llamado a corregir a nuestro prójimo con mansedumbre y humildad. Muchas veces será difícil hacerlo, pero recordemos lo que dice el apóstol Santiago: “el que endereza a un pecador de su mal camino, salvará su alma de la muerte y consigue el perdón de muchos pecados«(Sant 5, 20).
  • La cuarta: Perdonar las injurias. Significa superar el resentimiento y los deseos de venganza, haciendo un acto de amor sincero con quien nos ha ofendido, actuando así al modo de Jesús.
  • La quinta: Consolar al triste. El llamado a dar consuelo, significa acompañar a nuestros hermanos en todos los momentos, pero sobre todo en los más difíciles. Es poner en práctica el comportamiento de Jesús que se compadecía del dolor ajeno.
  • La sexta: Sufrir con paciencia los defectos de los demás. La paciencia ante los defectos ajenos es una virtud y es una obra de misericordia. Es el llamado de Jesús a amar al otro integralmente, entendiendo que podemos llamarlo a corrección, y pidiendo en oración al Señor por esta persona y por su conversión.
  • La séptima: Orar por vivos y difuntos. San Pablo recomienda orar por todos y sin distinción. Los difuntos que están en el Purgatorio dependen de nuestras oraciones (cf. 2 Mac. 12, 46).

«Una cosa es hablar de misericordia, pero otra muy distinta es vivirla. La misericordia no es una abstracción o un estilo de vida. La misericordia sin obras está muerta. La misericordia tiene ojos para ver, oídos para escuchar y manos para ayudar»

Papa Francisco

 

Por Nery Viloria

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