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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Ciertamente, es un don maravilloso este permanecer en la presencia del Señor igual que los buenos amigos se gozan en estar juntos; es un regalo divino el poder vivir permanentemente en la presencia de Dios, y los santos estaban conscientes de ello: la oración les alcanzaba toda clase de gracias, “La acción, acredita las palabras; pero la oración, atrae la gracia que hace eficaces las obras y las palabras.” (San Bernardo).
Llama la atención como en la vida de los santos, detrás de sus acciones, palabras y obras, habían momentos fuertes de encuentro con Dios a través de la oración; es el caso entre muchos, de la Madre Teresa de Calcuta. Sorprende el gran trabajo humanitario de amor y caridad que llevaba a cabo, pero más aún, sorprende que detrás de todo eso había la misma cantidad de horas de oración y adoración al Santísimo. Para ella el permanecer de rodillas frente al Sagrario era el camino que la llenaba con la fuerza de Dios y poder llevar así adelante la obra que le había sido encomendada. Es necesario buscar esos momentos de silencio, de quietud para transformarlos en oración; con su testimonio de vida la Madre Teresa de Calcuta nos confirma que la verdadera paz es el fruto del silencio interior y la oración. Ella nos dice “El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio, el fruto del servicio es la paz”. ¿Dónde comienza todo? En esos momentos de silencio, de quietud que mueven al alma a encontrarse con Dios y esto es posible a través de la oración.
En este llamado a la santidad que Dios nos hace, si algo debemos pedir con insistencia al Señor, es el poder orar con el corazón y de manera perseverante. los santos lo lograron, y sus testimonios de vidas se nos muestran para recordarnos que todo lo que ellos alcanzaron tú y yo podemos alcanzarlo también, ellos lograron grandes porque oraban. “Dame un hombre de oración y será capaz de todo”(San Vicente de Paúl); ellos eran hombres y mujeres que se reconocían necesitados de Dios, tenían un corazón humilde, y la humildad, tal como dice San Agustín, “Es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración”.
Sin duda, la oración es un medio para hacernos santos, si no oramos no veremos la luz de Dios en nuestras vidas y seguiremos caminando a oscuras. El que deja la oración dejará de amar a Jesucristo porque “La oración es el horno en que se enciende y conserva el fuego del santo amor”(Práctica de amor a Jesucristo. San Alfonso María de Ligorio); “el que no frecuenta la oración se desprende de lo que une al alma con Dios”(Santa Catalina de Bolonia). Si por el contrario, te ejercitas en la oración, pensarás más en Dios. Decía Santa Teresa: “El verdadero amante en todas partes ama y siempre se acuerda del amado”; por eso los que oran siempre hablan de Dios y buscan inflamar a los demás con ese amor que han experimentado.
Muchos son los frutos que trae la oración al alma: paz, alegría, conformidad con la voluntad de Dios, aumento del fervor, la firme decisión de en todo agradar a Dios, de entregarse a Él, fortaleza en las dificultades, entre tantos más. Santa Teresita del Niño Jesús experimentó uno más: la fuerza interior; ella misma dice: “Toda mi fuerza se encuentra en la oración y en el sacrificio; éstas son las armas invencibles que Jesús me ha dado, y logran mover los corazones mucho más que las palabras”.
Hagamos el firme propósito de ser fieles a esos momentos de encuentro con Dios, de orar siempre, orar con el corazón. Siempre habrá tiempo para orar, “quien dice que no reza por falta de tiempo lo que le falta no es tiempo, lo que le falta es amor”(San Juan Pablo II). El que ama siempre busca el tiempo para encontrarse con el amado. Dios siempre estará esperando por ti, ve a su encuentro a través de la oración. Por ello decía San Pío de Pietrelcina: «¡Yo solamente pretendo ser un pobre religioso que ora!»
Oración
Padre, en el Nombre de tu Hijo Jesucristo, te pido me concedas la gracia de orar siempre, de orar con el corazón, de ser fiel a esos momentos de encuentro contigo; que por intercesión de todos los santos y santas yo pueda amarte con todas mis fuerzas. Virgen María, Reina mía, tú que consigues de Dios cuanto le pides, por el amor que a Jesús profesas, obtenme la gracia de orar sin cansarme en todos los momentos de mi vida. Amén.
Laura Pastrán
Gracias por este maravilloso aporta que me ayuda favorecer y fortalecer momentos y tiempos para lograr una accion contemplativa.