La Santidad, el llamado de todo bautizado

“Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel: Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo.”

Saludos a todos los hermanos en Cristo Jesús, entramos en un breve ciclo de preparación a lo que viviremos pronto. Para el que me escucha o lee, este video fue grabado el primero de noviembre del 2020 y la preparación a la que hago mención, es al adviento de este mismo año.

Las palabras del inicio hablan por sí solas, el mismo Dios nos llama a imitarlo. Y para nosotros lo creyentes, todo llamado de Dios, más que una invitación (que podemos aceptar o rechazar), es una exhortación a llevar una vida imitando las virtudes de Él.

“Así como aquel que los llamó es santo, también ustedes sean santos en toda su conducta, de acuerdo con lo que está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.” 

San Pedro también repite el llamado haciendo hincapié,  a que este llamado era ya conocido, ya que estaba plasmado en las escrituras que ellos mismos habían escuchado en la sinagoga.

El llamado a la santidad no es un mero ejercicio de piedad encerrado en un plano emocional o sentimental, es un llamado a vivirlo en acción constante, ósea, que cada acción de nuestras vidas debe estar sintonizado con lo que ha mandado Dios Padre, ha sido anunciado por los profetas, fue ratificado y explicado por Jesús y pro activamente enseñado por los Apóstoles y sus sucesores hasta el día de hoy.

Es un llamado constante, ya que la santidad implica llevar una vida llena de virtudes o en peor de los casos, al menos buscar desarrollar alguna virtud.

Pablo, Apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, saluda a los santos que creen en Cristo Jesús. Llegue a ustedes la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Imitar a Cristo es y ha sido la mejor guía para vivir en Santidad o lograrla después que seamos llamados a la presencia del Padre. 

Desde los primeros días de la Iglesia, todas aquellos que acogían la palabra de Dios, las enseñanzas de Jesús que eran transmitidas fielmente por los apóstoles, eran llamados Santos. ¿Se preguntarán el por qué? La razón, es que se puede vivir una santidad mientras dure este peregrinar en la tierra, pero será a plenitud cuando estemos en la Jerusalén celestial, o sea, cuando estemos en presencia del Señor y podamos verlo cara a cara.

“Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. “

Esta forma de obrar tiene unas características únicas que están contenidas plenamente en el Decálogo. Enumeremos las 3 primeras que son en Orden a Dios:

• Amaras a Dios sobre todas las cosas.
• No tomaras el nombre de Dios en vano.
• Santificaras las fiestas.

Suenan fáciles de cumplir, pero cabe aquí una pequeña reflexión:

• ¿En realidad está Dios como primero en tu vida?
• ¿Cuántas veces dijiste: “lo juro por Dios” o “Dios sabe que es verdad” y en realidad no era así?
• ¿Eres de los que no fuiste a misa o no cumpliste los días de precepto, porque tenías algún examen en el colegio o porque te ibas a ir de paseo?

La perfección radica en la imitación de Jesús como modelo de perfección. Él nos enseñó en sus 3 años de vida pública que significa ser perfecto a los ojos del Padre.

Ustedes me dirán que ¿cómo es posible para un simple mortal como nosotros imitar al santo de los Santos?

¿Te acuerdas cuando Jesús dijo: “¿Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”?

Lucas 10,27

El mismo Jesús de su propia boca nos indica que si Dios no está en tu corazón, muy probablemente tampoco lo esté tu prójimo y de seguro descubrirás en algún momento de tu vida, que tú tampoco te querrás a ti mismo o lo harás de una forma nociva o tóxica como se dice en estos tiempos.

Es allí donde está el secreto mejor guardado del mundo. Proponerse a imitar a Jesús es todo un reto, pero es en realidad una opción de vida que de seguro te llevará a vivir una vida en plenitud y aspirar sin dudas a la santidad.

“Ustedes, en cambio, se han acercado a la montaña de Sión, a la Ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén celestial, a una multitud de ángeles, a una fiesta solemne,

a la asamblea de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a Dios, que es el Juez del universo, y a los espíritus de los justos que ya han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la Nueva Alianza, y a la sangre purificadora que habla más elocuentemente que la de Abel.”

De boca de San Pablo vemos entonces que es posible alcanzar esa santidad aquí en la tierra.

Santa María Goretti, Santa Gemma Galgani , Santo Domingo Savio, Santo José Sánchez del Río, Santo Francisco Marto y Santa Jacinta Marto, Santa Bernardette Soubirous.

Como ven en esta corta lista, son Santos humildes, sencillos, normales, que optaron por una vida en comunión con Dios, siguiendo lo mandado por Jesús y con una gran misión en la vida.

Vivir el Evangelio, ser reflejo de Jesús en la tierra, llevar el mensaje de penitencia, oración y servicio a todos los que pudieran.

Ese es el mensaje que te fue entregado a ti también y que Dios está esperando que hagas tu parte.

Nos vemos en el próximo encuentro de La Santidad, el llamado de todo bautizado