LA VOCACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO

Jesús, el Verbo de Dios encarnado, principio y fin de lo creado, nació en la historia del Pueblo de Israel, una historia constitutivamente vocacional. De Él, si bien se “evoca constantemente la misión que ha recibido del Padre, nunca se dice que Dios lo haya llamado”[1]. Pero, considerando su profunda conciencia y conducta filial respecto a Dios junto al hecho que al hacerse hombre progresó, como afirma Lucas[2], desenvolviéndose en el pueblo de la Alianza, se puede decir que:

La afirmación de su naturaleza divina no entra en contradicción con la descripción de todo un camino vocacional realizado desde una asidua práctica de la oración, a través de la cual fue descubriendo el sentido de la voluntad del Padre y de su misión.[3]

Aunque los evangelios no contienen respecto a su persona relatos vocacionales como los de los profetas, no es menos cierto que su andar tiende a la consecución de un plan que, con certeza madura en el bautismo[4], conoce y asume enteramente con ardor singular. De allí se desprende que realmente desarrolla una vocación portadora de “toda la novedad inaudita de su propia realidad”[5], en la que es portavoz de Dios con autoridad peculiar[6] y en primera persona, dada su autoconciencia como Siervo de Yahvé[7], para llamar a otros a entrar en el Reino[8], centro de sus palabras y signos, que ha inaugurado en sí mismo.

A partir de aquí, al igual que Dios en el Antiguo Testamento, Jesús llama; ahora bien, considerando que es Él el primer llamado (vocado) en la plenitud de los tiempos[9] para una nueva creación, aparece como convocante[10]pero hacia sí[11], apuntando al Padre porque es su imagen perfecta[12] y modelo único y fundamental de fidelidad a su voluntad. En su persona, él cumple aquella llamada a Israel de vivir conforme al plan divino. A su vez, la actualiza y le otorga su inherente dimensión universal[13], cuestión que va desglosando en función del Reino por medio de llamadas generales y particulares: invita a guardar sus palabras[14] y a su seguimiento más íntimo, previo conocimiento y consecuente elección-llamada en diversas situaciones, según su querer[15], para asociar a su propia misión[16]. Tal es el caso de los setenta y dos[17], entre los que se destaca una elección aún más específica con los doce, de quien Pedro será erigido cabeza al igual que Abrahán, con el cambio de nombre, siéndole determinado un nuevo sentido para su vida[18].

Es manifiesto que lo esencial de tales llamadas refiere al Reino del que Jesús es la realización, denotando que en el Nuevo Testamento la vocación es para el Reino y como tal

sólo podrá tener lugar como vocación a su seguimiento (…); esto es, como coparticipación total, animosa y fiel de su destino y de su misterio, y conforme a una realización que, aun siendo diversa (Jesús no quiso a todos apóstoles, cf. Mc 3, 13), es para todos y siempre un discipulado permanente del Maestro fijo y único.[19]

De allí que, posterior a la ascensión y envío del Espíritu Santo, la llamada se universalice en cuanto que Dios llama a todos los hombres con relación a Cristo[20]. Los llama en él, su Palabra, a tomar parte en la heredad salvífica y formar así un nuevo pueblo[21], donde incorporados por el bautismo han de vivir  la configuración con el Hijo[22] en el discipulado. Tal configuración se concreta en la santidad especificada en llamados individuales a diversos ministerios inmersos en una única misión evangelizadora por obra del Espíritu que distribuye dones particulares según su voluntad[23]. Por tanto dirá San Pablo: “vosotros formáis el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro con una función peculiar”[24], realidad esta que se ha evidenciado en la historia como “germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano”[25].

[1]Bissoli C., “Cristo y la vocación” en en Favale A., (coord.), Vocación común y vocaciones específicas: aspectos bíblicos, teológicos y psico-pedagógico-pastorales I, p. 179.

[2]Cfr. Lc. 2, 52.

[3]Morata, A.; Zueco, V.; Comendador, J y Lavaniegos, E. (ed.), Curso básico de pastoral vocacional: manual para una iniciación en la pastoral vocacional, p. 57. Existe la hipótesis de que la madurez vocacional de Jesús se explica en un contexto judaico a través de la liturgia cotidiana, sinagogal y familiar, la salmodia, las celebraciones semanales y anuales, las lecturas de los profetas, momentos por los que el “futuro mesiánico va ya invadiendo los estratos del pueblo” (Ibíd., p. 175).

[4]Cfr. Bissoli C., “Cristo y la vocación” en Favale A. (coord..) Vocación común y vocaciones específicas: aspectos bíblicos, teológicos y psico-pedagógico-pastorales I, p. 179. En relación a este tema arguye Auer J. en Curso de Teología Dogmática VII: los Sacramentos de la Iglesia, p. 32: “El hecho de que Jesús se hiciera bautizar por Juan el Bautista (…), sugiere la idea de que Jesús se conocía ya como el Siervo de Yahveh prometido por Isaías (…). Esto no significa sin embargo que Jesús llegará al conocimiento de su vocación como Siervo de Yahveh ante el Padre, ni que hubiera recibido aquí por vez primera sobre sí la vocación mesiánica, sino más bien sólo que por la narración de esta vivencia de Jesús en el bautismo de Juan había de testificarse su filiación divina y la mesianidad de Cristo a Juan y a los otros”.

[5]Cfr. Bissoli C., “Cristo y la vocación” en Favale A. (coord..) Vocación común y vocaciones específicas: aspectos bíblicos, teológicos y psico-pedagógico-pastorales I., p. 182.

[6]Cfr. Mt 7, 29; Mc 1,22; Lc 4, 32. A propósito de esto cfr. Kasper W., Jesús El Cristo, p. 126.

[7]Cfr. Lc 4, 16-30.

[8]Cfr. Mc 2, 17.

[9]Cfr. Gal 4, 4-5; Heb 1, 1-2.

[10]Cfr. Mt 15,10; Mc 7,14.

[11]Cfr. Mt 11,28; Jn 12,32. También cfr. Legido M., “Espiritualidad del seguimiento de Jesús según el modelo apostólico” en Comisión Episcopal del Clero, Espiritualidad sacerdotal: congreso, p. 213: “Ahora se ha hecho a los caminos del mundo a buscar a los hermanos, llamándolos, convocándolos con la Palbra que Él mismo proclama y es”.

[12]Cfr. Col 1,14.

[13]Cfr. Mt 28, 18-20. Jesús es la recapitulación de Israel en cuanto que efectúa la misión de ser puente para la humanidad entera. Israel fue escogido en favor de otros pueblos para una tarea que se realiza en Jesús. Véase nota al versículo 28 (b) del capítulo 26 del evangelio según San Matero en Ubieta J. (dir.), Biblia de Jerusalén: edición española, p. 1459: “Jesús se atribuye la misión de redención universal asignada por Isaías al Siervo de Yahvé”. Respecto a esto sostiene Sthumueller C., “Deutero-Isaías” en Brown R.; Fitzmyer J. y Murphy R. (dir.), Comentario Bíblico “San Jerósnimo”: tomo II. Antiguo Testamento II, p. 86: “El Siervo es Israel, vivo en cada uno de sus grandes jefes e intercesores: Abrahán (49, 6), Moisés (42, 6), Jeremías (49, 1), los sabios (50, 4 ss), David (53, 1) y los dolientes exiliados (52, 13-53, 12). Pero la interpretación colectiva lleva hasta un Siervo individual, de suprema santidad, mayor que ningún otro israelita del pasado (…) H. Hegermann ha demostrado que el judaísmo precristiano dio una interpretación mesiánica a los cánticos del Siervo, pero fue Jesús mismo quien se identificó claramente con él”

[14]Cfr. Jn 14, 15. 21-24.

[15]Cfr. Mc. 3, 13-15.

[16]Cfr. Mc 1, 20 con 3, 13-5; 6,7.

[17]Cfr. Lc 10, 1.17.

[18]Cfr. Mt 16, 17.

[19]Bissoli C., “Cristo y la vocación” en Favale A. (coord..), Vocación común y vocaciones específicas: aspectos bíblicos, teológicos y psico-pedagógico-pastorales I, p. 180.

[20]El plan originario de Dios sobre el hombre consiste en que viva como Él, que sea imagen suya, en miras a lo cual, siendo Cristo imagen perfecta del Padre, el hombre deberá ser imagen suya para secundar ése plan original. Para una investigación más detallada favor cfr. Ruiz J., Imagen de Dios: Antropología teológica fundamental, pp. 78-81 (Cristo, imagen de Dios; el cristiano, imagen de Cristo)

[21]Cfr. Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, 9 y13.

[22]Cfr. Rom 8, 29; 1P 2, 21.

[23]Cfr. 1Cor 12, 11.

[24]1Cor 12, 28.

[25]Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática Lumen Gentium, 9 y 13.

Pbro. Luis Antonio García Thomas

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