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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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¡Bienvenidos todos a nuestro reto de Profundizar en la fe, y ahora con el ciclo que llamamos: ¡Ven a Caminar con Jesus!
Empezamos un nuevo ciclo muy oportuno para estos tiempos, exploraremos la experiencia de San Pablo evangelizando. Lo haremos junto con él, ya que es y debe ser, un ejemplo para todos nosotros.
Estudiaremos el metodo usado por San Pablo para hacer llegar la palabra de Dios a todos los sitios que visitó y para lograr ser «Iglesia» en esas comunidades que evangelizó. La etapa que estudiaremos, está enmarcada en el libro de los Hechos de los Apóstoles, el cual les auguro, un recorrido muy interesante y transformador. Ya verán.
Dije anteriormente que es muy oportuno y no solo por el momento histórico que estamos viviendo. Para los que escucharán o leerán esto en el futuro, dejo registrado que estamos en agosto del 2020, con una pandemia mundial que azota todo el planeta y ha puesto a prueba la fe de todos.
Y se preguntaran: ¿Porqué de este tema? Es que la iglesia nos manda a ser discipulos y misioneros.
Según lo que encontramos en los Hechos de los Apóstoles, San Pablo se convierte en el capitulo 9, en el capitulo 13 lo nombran apostol y en el 17, San Pablo comienza a Evangelizar.
Todo tiene un comienzo, para nosotros los que queremos conocer a San Pablo y lo que él hizo, también debemos tener uno, así que empezamos pidiéndole a San Pablo que nos tome de la mano y nos lleve a recorrer y hacer lo que él hizo.
Ubica en tu biblia el libro de Hechos 9,1-6. Usaremos alternativamente la Biblia de Navarra, la de Jerusalén y la latinoamericana. Leemos:
“Saulo, respirando todavía amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se presentó ante el sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de llevar detenidos a Jerusalén a cuantos encontrara, hombres y mujeres, seguidores del Camino. Pero mientras se dirigía allí, al acercarse a Damasco, de repente lo envolvió de resplandor una luz del cielo. Cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Respondió: ¿Quién eres tú, Señor?
Y él respondió: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que tienes que hacer.”
Reconocemos aquí el famoso relato de San Pablo cuando tuvo su primer encuentro con Jesús. Un dato que debemos tener claro -y si lo vuelven a leer se darán cuenta – es que a Pablo no lo derribaron de ningún caballo, así que nos quedamos con que “cayó al suelo”.
También así nos pasa a nosotros cuando tenemos ese primer encuentro con Jesús, es un encuentro con el “Yo soy”, El Salvador, el Redentor, el Señor totalmente desconocido por nosotros, que nos abruma, nos “baja” de ese pedestal donde estamos parados creyéndonos “todo poderosos” y a algunos tristemente equivocados, al mismo nivel de Dios. Pablo cayó, si, gracias a este su primer encuentro con Jesús.
Otro punto que muchas personas pasan por alto cuando el texto dice: “seguidores del Camino”. El Camino es el primer nombre que se le dio al cristianismo. No se lo veía como una religión más, sino como una nueva manera de vivir iluminada por la certeza de la salvación.
También se suele pasar por alto, que Jesús le pregunta: ¿Por qué me persigues? Y es que muchos critican, persiguen inclusive hasta llegar a matar a los Cristianos, pero en el fondo, a quien persiguen es a Jesús, a lo que él representa.
Este pasaje termina con otro hecho muy importante, Jesús no lo deja en el piso, le dice: “Levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que tienes que hacer “. Vemos que Jesús no se regocija de su poder o de su majestad como Dios hecho hombre. Somos seguidores de un Dios que sale a tu encuentro, a nuestro encuentro en cualquier momento, te recoge del “foso” donde estas metido, te acoge, te elige y te perdona, no te deja perdido en el mundo, te da una dirección.
Seguimos con el relato en el versículo 7-9. Leemos:
“Los hombres que lo acompañaban se detuvieron estupefactos, puesto que oían la voz, pero no veían a nadie. Se levantó Saulo del suelo y, aunque tenía abiertos los ojos, no veía nada. Lo condujeron de la mano a Damasco, donde estuvo tres días sin vista y sin comer ni beber.”
Como nos pasa a nosotros, de repente en nuestra vida algo ha cambiado, pero no sabemos que fue, no lo podemos describir con palabras, pero estamos seguros que algo pasó. Las cosas que eran referencia ahora no lo son, nuestras seguridades y certezas de antes, ahora no funcionan, son solo vacíos y es en esa debilidad, en esa fragilidad, que nos tienen que llevar de la mano hasta entender que es lo que esta pasando.
Esa mano de Jesús esta manifestada en la Iglesia, en el Papa, los Obispos, los Sacerdotes, Diáconos y hasta los humildes servidores como los catequistas o evangelizadores. Nos llevan de la mano para aprender a caminar con las sandalias de Jesús, a hablar con las palabras de Jesús, a sentir y amar, como lo enseñó Jesús. En fin, todos los seguidores de Jesús, sus servidores, estamos y debemos estar dispuestos y preparados, para llevar de la mano, a esos nuevos “niños en la fe”, indefensos y desorientados, que deben aprender todo de nuevo.
Les recuerdo que estamos leyendo el libro de Hechos capítulo 9 y ahora continuamos con el versículo 10 al 12. Leemos:
“Había en Damasco un discípulo, de nombre Ananías, a quien el Señor habló en una visión:
—¡Ananías!
Él respondió:
—Aquí estoy, Señor.
El Señor le dijo:
—Levántate y vete a la calle que se llama Recta, y busca en casa de Judas a uno de Tarso, de nombre Saulo, que está orando y vio Saulo en una visión que un hombre llamado Ananías entraba y le imponía las manos, para que recobrase la vista.”
Vemos aquí a Jesús actuando con sus servidores, que son y deben ser todos los que tienen su corazón abierto al Señor. A todos ellos y, mejor dicho, a todos nosotros, sus servidores, Jesús nos da una misión según lo que conviene. Sigamos con el versículo 13 al 16 y veamos de que se trata. Leemos:
“Señor —respondió Ananías—, he oído a muchos cuánto mal ha causado este hombre a tus santos en Jerusalén, y que tiene aquí poderes de los príncipes de los sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.
El Señor le dijo:
—Vete, porque éste es mi instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que deberá sufrir a causa de mi nombre.”
La duda del servidor es mas que justificada, ya que es sabido que Saulo era el perseguidor de los primeros cristianos pero el poder de Dios esta por encima de nuestros perseguidores. Jesús nos elige para que seamos sus: Sacerdotes, Diáconos, Religiosas, sus catequistas, sus evangelizadores, esposos, padres o madres de familia, orientadores, educadores, etc. El nos envía, para ir a todos los sitios, frente a todo tipo de persona y ya nos anuncia que no será un camino de rosas, pero debemos recordar que vamos con él, el todo poderoso, así que no debemos tener miedo.
Entramos en la última etapa de este emocionante relato, sigamos con el versiculo 17 al 19. Leamos:
“Marchó Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo:
Saulo, hermano, me ha enviado el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y te llenes del Espíritu Santo.
Al instante cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista; se levantó y fue bautizado, y tomando algo de comer recuperó las fuerzas.”
Este hermoso momento nos debe recordar nuestra conversión, nuestro Bautismo, en el caso de no haber sido de bebé, y de nuestra Confirmación.
El enviado de Jesús, su servidor, aquel que le fue encomendada la misión de bautizarnos, darnos la primera comunión o confirmarnos, impone sus manos consagradas sobre nosotros para transmitirnos el Espíritu Santo, aquel que nos guiará en ese camino, que ya nos dijeron que no era de rosas, que no nos estarán esperando con regalos ni fiestas y muchas veces no seremos ni de lejos bien recibidos.
Producto de ello se nos “caerán las escamas de los ojos” y pasamos ver el mundo con los ojos de Jesús y en conjunto con el Sacramento de la Reconciliación y la Santa Eucaristía, recobramos las fuerzas perdidas, permitiéndonos volver a la misión.
¿Se acuerdan de aquella pregunta al principio? ¿Porqué de este tema? Es que la iglesia nos manda a ser discipulos y misioneros.
Ya vimos que se requiere para ser discipulo, enumero: Encuentro con Jesús, conversión, preparación en la fe, vida en los Sacramentos, vida en Iglesia.
¿Y para ser misionero como san Pablo?
Quédate con nosotros, no te pierdas nuestros próximos encuentros de Ven a Caminar con Jesús, para que conozcas más a San Pablo como modelo de la Evangelización.
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San Pablo, ruega por nosotros.
Alabado sea Jesucristo.
Cita |
Punto Focal |
Hechos 9,1-6 |
El encuentro de Pablo con Jesús y su conversión. |
Hechos 9,7-9 |
El convertido es guiado |
Hechos 9,10-12 |
El anuncio de la misión a Ananías |
Hechos 9, 13-16 |
La respuesta de Ananías |
Hechos 9, 17-19 |
El Bautismo de Pablo |
Guillermo Salgado, Catequista