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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Asomado a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, como cada domingo, el Papa Francisco reflexionó sobre el Evangelio del día, que hoy narra sobre el pedido de Santiago y Juan al Señor Jesús, de sentarse un día con Él en la gloria, como si fueran “los primeros ministros” o “algo así”. Los otros discípulos los escuchan y “se indignan”, observó el Papa, que explicó que “con paciencia”, el Maestro les ofreció una gran enseñanza, a saber: que “la verdadera gloria no se obtiene elevándose por encima de los demás, sino viviendo el mismo bautismo que Él recibirá poco después en Jerusalén”, es decir, «la cruz».
“¿Qué quiere decir esto?”, planteó Francisco. Y explicó:
La palabra «bautismo» significa «inmersión»: con su Pasión, Jesús se sumergió en la muerte, ofreciendo su vida para salvarnos. Su gloria, la gloria de Dios, es, pues, el amor que se convierte en servicio, no el poder que aspira a la dominación. No es un poder que aspira a la dominación: es amor que se hace servicio. Por eso Jesús concluye diciendo a los suyos y también a nosotros: «El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor» (Mc 10,43). Para hacernos grandes tenemos que ir por el camino del servicio, servir a los demás.
El Santo Padre puso en evidencia las dos “lógicas” diferentes: la de los discípulos, y la de Jesús: “los discípulos quieren emerger y Jesús quiere sumergirse”, dijo. Se detuvo Francisco en cada uno de los verbos: el primero, “emerger”, que expresa esa “mentalidad mundana a la que siempre somos tentados” de “vivir todas las cosas, incluso las relaciones, para alimentar nuestra ambición, para subir los peldaños del éxito, para alcanzar posiciones importantes”. Se trata de una “búsqueda del prestigio personal” que, advirtió el Papa, “puede convertirse en una enfermedad del espíritu” y que se disfraza “incluso detrás de las buenas intenciones”:
Cuando, por ejemplo, detrás del bien que hacemos y predicamos, en realidad sólo buscamos a nosotros mismos y nuestra propia afirmación, es decir, trepar… Es algo que vemos también en la Iglesia… Cuántas veces, nosotros, los cristianos, que deberíamos ser siempre servidores, tratamos de “trepar”, de escalar…
De ahí que sea siempre necesario, según la enseñanza del Sumo Pontífice, “verificar las verdaderas intenciones del corazón”, preguntándonos: «¿Por qué llevo a cabo este trabajo, esta responsabilidad? ¿Para ofrecer un servicio o para ser notado, alabado y recibir cumplidos?».
Se trata de una “lógica mundana”, a la que Jesús “contrapone la suya”: he aquí el segundo verbo, sumergir. En lugar de elevarse por encima de los demás, – explicó el Sucesor de Pedro – bajar del pedestal para servirlos; en lugar de emerger por encima, sumergirse en la vida de los demás.
En este punto de su alocución, Francisco se refiere a un programa visto en televisión sobre un servicio realizado por Cáritas para que a nadie le falte comida. Puesto en evidencia, sí, por el Papa Francisco, para hacer notar la importancia de “preocuparse por el hambre de los demás, por las necesidades de los demás”, puesto que “hay muchas, muchas personas necesitadas hoy en día y después de la pandemia – lamentó el Santo Padre – aún más”.
Observar y abajarse en el servicio, no tratar de escalar para la propia gloria.
He aquí que aparece “el segundo verbo”: sumergirse. Jesús – aseguró el Papa – nos pide que nos sumerjamos “con compasión” en la vida de los que encontramos. Volviendo sobre el programa visto, sobre el hambre, preguntó a cada uno:
¿Pensamos con compasión en el hambre de tanta gente, cuando estamos frente a la comida – que es una gracia de Dios que podemos comer, hay tanta gente que trabaja y no tiene para comer durante todo el mes…?
“Pensemos en ello”, exhortó el Papa, impulsándonos a sumergirnos “con compasión”, a “tener compasión”, porque “no es un dato de la enciclopedia”, sino que “hay tanta gente hambrienta”