DOMINGO I DE CUARESMA

¿Qué vale de verdad en mi vida? Pregunta válida ante la tentación.

El Papa Francisco nos invita es esta cuaresma a reflexionar acera de que “en el desierto Dios guía nuestra libertad”. Hoy el evangelio nos presenta que Jesús se retira al desierto, y por ello se pudiera decir que allí el Padre guio su libertad. Esto lleva a preguntarnos acerca de las características del desierto que nos señala el Evangelio, la cual es resumida y meditada en la catequesis del Papa Benedicto XVI durante la primera semana de cuaresma del año 2023 y en el mensaje del Papa Francisco de este año.

El desierto al que Jesús es guiado por el Espíritu es un “lugar de silencio, pobreza», donde la persona está privada de ayudas materiales y se halla frente a las preguntas fundamentales de la existencia. Si nos dejamos guiar por el Espíritu, en ese espacio, como Jesús, podemos ser impulsados a ir a lo que perdura y da sentido a la vida, lo que pudiera hacer más fácil encontrar a Dios. Sin embargo, el desierto también es lugar de muerte, porque donde no hay agua no hay vida, y por ello es lugar de soledad, esa en la que la persona siente más a la tentación. Jesús va al desierto y allí sufre la tentación de dejar el camino indicado por el Padre para seguir otros senderos más fáciles y mundanos. Así, Él carga nuestras tentaciones, lleva nuestra miseria para vencer al maligno y abrirnos el camino hacia el Padre, el camino de la conversión creyendo en el Evangelio.

Reflexionar sobre las tentaciones a las que es sometido Jesús en el desierto es una invitación a cada uno de nosotros para responder a una pregunta fundamental: ¿qué vale de verdad en mi vida? Cuando valoramos en nuestra vida lo que da sentido y nos hace bien, esto nos lleva a “luchar” para conservarlo. El Papa Francisco nos dice que esta lucha en el desierto se ve tanto en el Antiguo Testamento en el libro del Éxodo como en el Nuevo Testamento con las tentaciones de Jesús en el desierto, porque a la voz de Dios, que dice: “Tú eres mi Hijo muy querido” (Mc 1,11) y “no tendrás otros dioses delante de mí” (Ex 20,3), se oponen las mentiras del enemigo que nos quiere llevar a la tentación de no creer que somos hijos muy queridos de Dios y de que nuestra felicidad no está en no tener otros dioses. Por lo que hoy en día, más temibles que el Faraón que tuvo esclavo al Pueblo de Israel, son los ídolos tales como: “1) sentirse omnipotentes, 2) querer ser reconocidos por todos, 3) tomar ventaja sobre los demás; los cuales son mentiras que nos hacen esclavos y a las que los humanos sentimos la seducción de tomarlas. “Por eso, podemos apegarnos al dinero, a ciertos proyectos, ideas, objetivos, a nuestra posición, a una tradición e incluso a algunas personas. Esas cosas en lugar de impulsarnos, nos paralizan. En lugar de unirnos, nos enfrentan”.

Superar la tentación de someter a Dios a uno mismo y a los propios intereses, o de ponerle en un rincón, y convertirse al orden justo de prioridades, dar a Dios el primer lugar, es un camino que cada cristiano debe recorrer siempre de nuevo. “Convertirnos”, significa seguir a Jesús de manera que su Evangelio sea guía concreta de la vida; significa dejar que Dios nos transforme, dejar de pensar que somos nosotros los únicos constructores de nuestra existencia; significa reconocer que somos creaturas, que dependemos de Dios, de su amor, y de esa manera alcanzamos nuestra libertad. Esto exige tomar nuestras decisiones a la luz de la Palabra de Dios. Actualmente ya no se puede ser cristiano como simple consecuencia del hecho de vivir en una sociedad que tiene raíces cristianas: también quien nace en una familia cristiana y es formado religiosamente debe, cada día, renovar la opción de ser cristiano, dar a Dios el primer lugar, porque la libertad debe renovarse y aprenderse cada día de la vida.

Las pruebas a las que la sociedad actual somete al cristiano son muchas y tocan la vida personal y social. No es fácil ser fieles en matrimonio cristiano, practicar la misericordia en la vida cotidiana, dejar espacio a la oración y al silencio interior; no es fácil oponerse públicamente a opciones que muchos consideran obvias, como el aborto en caso de embarazo indeseado, la eutanasia en caso de enfermedades graves, o la selección de embriones para prevenir enfermedades hereditarias. La tentación de dejar de lado la propia fe está siempre presente y la conversión es una respuesta a Dios que debe ser confirmada varias veces en la vida.

Diácono Thomas Chacón

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *