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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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En la liturgia de la Palabra de este Domingo, día del Señor, encontramos una imagen particular que, a través del profeta Ezequiel toma el rol -o más bien el servicio- de ser centinela del Señor. Tras haber escuchado el llamado de Dios, éste servidor, cual embajador y portavoz divino, en lo profundo de su interior anhela para su pueblo aquello mismo que ha escuchado y conoce quiere el mismo Dios, esto es: «Ojalá escuchen hoy su voz» (Sal 94). Y es que sólo si el pueblo escucha la voz de su Padre y Hacedor, sólo así no se confundirá ni extraviará en sus caminos. En este sentido encontramos en el Evangelio de Mateo, que el Señor invita a toda la comunidad a reconocerse centinelas corresponsables los unos de los otros.
La vida comunitaria tiene diversas y no fáciles aristas sobre las cuales nos corresponde no sólo andar de continuo sino también afrontar cuando se ve afectada por distintas circunstancias. Particular atención merece el hecho cuando alguno de entre los hermanos tropieza o se desvía del camino. ¿Qué hacer? El el Señor nos habla y da su respuesta ante el dolor y el daño que todo esto pudiera ocasionar indicándonos para ello el itinerario a seguir.
El texto de Mateo 18,15-20 sobre la corrección fraterna, se enmarca en toda una seria de prescripciones comunitarias, entre ella: La parábola de la oveja perdida (Mt 18,12-14), que pone de manifiesto que la voluntad de Dios es que ninguno se pierda, sino que que por el contrario quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tim 2,1-8), pues para eso, en su infinito e incondicional amor, ha enviado el Padre a su Hijo, nuestro Señor Jesucristo: para salvarlo (cfr. Mt,18,11; Lc 19,10; Jn 3,15-16).
Poner en práctica la parábola de la oveja perdida, implica valerse de todos los medios que el Señor nos otorga para que éste regrese y experimente nuevamente el amor de Dios expresado no sólo en la intimidad y profundad del corazón sino también en la acogida fraterna. Es por ello que la corrección fraterna ha de entenderse como un proceso en el cual la búsqueda y acogida del hermano se entrelazan con el respeto y el amor. Quien se ha desviado por el pecado es un «hermano» que merece amor-discreción. En la mentalidad bíblica el pecado de uno repercute en toda la comunidad, de allí que san Pablo en 1 Cor 12,26-28 afirma que si un miembro de la comunidad sufre, toda la comunidad sufre con él.
Ciertamente la búsqueda puede fracasar, el Señor no señala que el proceso termine en éxito. La invitación concreta es por un lado estar atentos y vigilantes cual centinela para divisar y actuar ante el desvío o caída de alguno de los miembros de nuestra comunidad, pero siempre actuando como lo haría el mismo Señor…
Feliz día del Señor!
P. Reinaldo G.