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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Uno de los personajes centrales del tiempo del adviento y la navidad es la figura de San José. Junto a los profetas Isaías y Juan Bautista, en compañía de María Santísima configuran las piezas fundamentales del pesebre. Los pastores, los ángeles, los reyes magos, Herodes, la mula y el buey, forman el cortejo al que la imaginación y religiosidad de nuestra gente adornan con primor durante este tiempo, convirtiendo cada nacimiento en un pequeño altar de oración familiar.
San José es un santo muy popular en el mundo católico y llama la atención que sin decir una palabra, trasmite los valores propios de un hombre sensato, respetuoso, que asume el rol de esposo de María Santísima y de padre de Jesús. El Papa Francisco con motivo del 150 aniversario de la declaración de San José como patrono de la Iglesia universal nos regaló una carta apostólica “con corazón de padre” para resaltar las virtudes que lo acompañaron y la validez de su devoción que llama a los creyentes de hoy a vivir en medio de las incertidumbres y tropiezos con la paciencia, valentía y constancia de este singular santo.
“Sabemos que fue un humilde carpintero (cf. Mt 13,55), desposado con María (cf. Mt 1,18; Lc 1,27); un «hombre justo» (Mt 1,19), siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley (cf. Lc 2,22.27.39) y a través de los cuatro sueños que tuvo (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). Después de un largo y duro viaje de Nazaret a Belén, vio nacer al Mesías en un pesebre, porque en otro sitio «no había lugar para ellos» (Lc 2,7). Fue testigo de la adoración de los pastores (cf. Lc 2,8-20) y de los Magos (cf. Mt 2,1-12), que representaban respectivamente el pueblo de Israel y los pueblos paganos”.
“En el templo, cuarenta días después del nacimiento, José, junto a la madre, presentó el Niño al Señor y escuchó sorprendido la profecía que Simeón pronunció sobre Jesús y María (cf. Lc 2,22-35). Para proteger a Jesús de Herodes, permaneció en Egipto como extranjero (cf. Mt 2,13-18). De regreso en su tierra, vivió de manera oculta en el pequeño y desconocido pueblo de Nazaret, en Galilea -de donde, se decía: “No sale ningún profeta” y “no puede salir nada bueno” (cf. Jn 7,52; 1,46), lejos de Belén, su ciudad de origen, y de Jerusalén, donde estaba el templo. Cuando, durante una peregrinación a Jerusalén, perdieron a Jesús, que tenía doce años, él y María lo buscaron angustiados y lo encontraron en el templo mientras discutía con los doctores de la ley (cf. Lc 2,41-50). Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21). Como se sabe, en los pueblos antiguos poner un nombre a una persona o a una cosa significaba adquirir la pertenencia, como hizo Adán en el relato del Génesis (cf. 2,19-20)”.
El Papa Pío IX fue quien lo declaró patrono de la Iglesia universal, y el Papa Francisco, a su vez, a siglo y medio de dicha declaración ha querido ofrecernos algunos de los rasgos sobresalientes de su vida callada, tan parecida a la de la inmensa mayoría de la gente, para ejemplo nuestro. Por eso, ha sido un “padre amado” a lo largo del tiempo, a quien se recurre en las más disímiles situaciones. El número de iglesias y ermitas dedicados a su culto son prueba de ello. En segundo lugar, San José es “padre en la ternura”, por su dedicación a Jesús y María, con cariño y constancia, sin una palabra o gesto de desagrado. “A través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia”.
Subraya el Papa como virtudes de San José, además, el ser “padre en la obediencia”, porque “en cada circunstancia de su vida, José supo pronunciar su “fiat”, como María en la Anunciación y Jesús en Getsemaní”.Otra de sus virtudes “ser padre en la acogida”. “Muchas veces ocurren hechos en nuestra vida cuyo significado no entendemos. Nuestra primera reacción es a menudo de decepción y rebelión. José deja de lado sus razonamientos para dar paso a lo que acontece y, por más misterioso que le parezca, lo acoge, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia. Si no nos reconciliamos con nuestra historia, ni siquiera podremos dar el paso siguiente, porque siempre seremos prisioneros de nuestras expectativas y de las consiguientes decepciones”.
“Padre de la valentía creativa”. Las dificultades hay que asumirlas como oportunidades, más que como carga insoportable. “Esta surge especialmente cuando encontramos dificultades. De hecho, cuando nos enfrentamos a un problema podemos detenernos y bajar los brazos, o podemos ingeniárnoslas de alguna manera. A veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener”. “Padre trabajador”, es otra característica a resaltar en San José, por ello el Papa Pío XII instituyó el primero de mayo la fiesta de San José Obrero. Por último, “padre en la sombra”. “José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos”.
La navidad es tiempo propicio para que crezca el amor a este gran santo, no solo para admirarlo sino para que sea modelo a imitar. Más allá de la hojarasca decembrina que se nos vende como tiempo de dispendio y de olvido de la realidad, para los creyentes es tiempo de renacer la esperanza que se construye en el día a día a la sombra protectora de quienes nos han precedido. Feliz navidad.
ARZOBISPADO DE CARACAS – OFICINA DE INFORMACIÓN
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