8 DE SEPTIEMBRE. CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL VALLE

Piadoso ejercicio para honrar a la Santísima Virgen del Valle.

Tomado de la publicación: MES DEDICADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL VALLE por el ilustrísimo Monseñor L. Figuera Marcano Prel. Dom. S.S., en ocasión del Cincuentenario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora Del Valle 1911 – 1961

8 DE SEPTIEMBRE

CONSAGRACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL VALLE

En este día tan especial, Yo, tu hijo (a), unido (a) en la respuesta a tu llamado maternal, hago este solemne acto de consagración a tu Inmaculado Corazón.

Oh Santísima Virgen de Pureza, Mediadora de todas las gracias celestiales, habita en mi corazón, trae contigo a tu Esposo, el Espíritu Santo; así mi consagración será fructífera por medio de los regalos, gracias y dones infundidos por Su llegada. Con el poder de Su presencia permaneceré firme en confianza, fuerte y persistente en la oración y entregado en total abandono a Dios Padre.

Me comprometo a realizar en mí la conversión interior requerida por el Evangelio, que me libre de todo apego a mí mismo, de los fáciles compromisos con el mundo, para estar como Tú, sólo disponible para hacer siempre la voluntad del Padre. Yo, (Nombre), tu hijo(a), en presencia de todos los ángeles de tu Triunfo, de todos los Santos del Cielo y en unión con la Santa Madre Iglesia, renuevo en las manos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, los votos de mi Bautismo, y asumo todos sus compromisos.

Ofrezco, querida Madre del Valle del Espíritu Santo, todo mi pasado, mi presente y mi futuro, las alegrías y las tristezas, las oraciones y los sacrificios, todo lo que soy y todo lo que tengo y todo lo que el Padre moldeará en mí.

Me comprometo a vivirla según tus deseos, con un renovado espíritu de oración y de penitencia; me comprometo a rezar el Rosario; me comprometo a un austero modo de vida conforme al Evangelio y me comprometo a ser un buen ejemplo para los demás en la observancia de la ley de Dios, en el ejercicio de las virtudes cristianas y en especial de la caridad, la humildad y la pureza de la infinita misericordia y amor de Dios Padre. Como un apóstol de tu Triunfo, te prometo, Madre, ser testigo de la divina presencia de tu Hijo en la Sagrada Eucaristía, la fuerza unificante de tu poderoso ejército. Que encuentre convicción, confianza en el único centro de unidad que es el Santísimo Sacramento.

«Que sea creada por Él en mí un alma de perfección» con la participación fervorosa en la celebración de la Eucaristía y en su apostolado.

Ruego que Su reflejo brille sobre todo el mundo y sobre todos los hombres. Prometo, Madre mía, la fidelidad a nuestro Santo Padre el Papa como el divino representante de Cristo entre nosotros.

Que esta Consagración le dé a Él la unidad de nuestros corazones, mentes y almas: llevar a una realidad el Triunfo de Tu Inmaculado Corazón, para que pueda descender sobre la tierra bajo su pontificado.

Te ruego, querida Madre, que me lleves en tus manos maternales para ser presentado a Dios Padre en el Cielo y ser así escogido y colocado al servicio de tu Hijo en forma especial, al aceptar los sacrificios del Triunfo de tu Inmaculado Corazón.

Quiero confiarte, Madre dulcísima y misericordiosa, mi existencia y vocación cristiana, para que Tú dispongas de ella para tus designios de salvación en esta hora decisiva que pesa sobre el mundo. Reina de los Apóstoles, Corredentora, guíame en medio de la oscuridad de este tiempo, en el que los rayos de tu amanecer vienen a dar luz a mi horizonte. Con el refugio de tu Inmaculado Corazón como mi faro, mándame a los campos de batalla con tu espada de la verdad y con la coraza de la virtud, para ser su reflejo.

Que el Espíritu Santo se manifieste sobre el mundo como un murmullo de oraciones a través de la unión de corazones. Yo, como tu hijo, te ofrezco mi Sí al unísono con el tuyo propio; te ruego que sea fortificado y permanezca fuerte hasta el final de esta batalla por la culminación de las promesas que hiciste en Fátima: la conversión de Rusia, la tierra de tu más grande victoria, y por medio de la cual vendrá la conversión del mundo entero y el reinado de la paz global.

Doy, Madre, mi amor y compromiso para que siempre estemos unidos en el SÍ de la eternidad y en las profundidades de tu Triunfante Inmaculado Corazón. Colócame en tu Corazón Inmaculado y cúbreme con tu santísimo manto. Amén

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