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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Piadoso ejercicio para honrar a la Santísima Virgen del Valle.
Tomado de la publicación: MES DEDICADO A LA SANTÍSIMA VIRGEN DEL VALLE por el ilustrísimo Monseñor L. Figuera Marcano Prel. Dom. S.S., en ocasión del Cincuentenario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora Del Valle 1911 – 1961
(DIA 14, 22 de agosto de 2021)
Por la Señal de la Santa Cruz……
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que guiados por el mismo Espíritu sintamos con rectitud y gocemos siempre de tu consuelo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oración: Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estas aquí, que me ves, que me oyes; te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracias para hacer con fruto ese rato de oración. Madre mía inmaculada, San José mi padre y señor, ángel de mi guarda intercede por mí. Amén.
Vengo a saludarte Excelsa Madre de Dios, Estrella refulgente del Mar. Quiero unir mi voz, mi corazón, mi vida a los himnos con que los cielos cantan tu grandeza y tu gloria y a los cantos con que la tierra pregona tu amor maternal y la misericordia de tu ternura infinita.
En la escuela de tus ejemplos quiero aprender algo cada día para que mi vida se asemeje, cuanto sea posible, a la tuya ejemplar .En cada instante me demuestras que eres mi Madre y yo no quiero ser mal hijo, sino bueno y afectuoso que te consagre por siempre, como lo hago en este mes, todos sus días; para entregarle en cada uno de ellos mi corazón, mi alma y mi vida entera. En cambio de esto, bien poco por cierto para lo que Tú mereces y yo debo darte, y si tu generosa bondad quiere retribuirme algo, yo te pido que me concedas el honor de ser propagandista incansable de tu culto y de tu devoción.
De mis necesidades materiales no necesito hablarte, porque Tú como Madre bondadosa las conoces y estoy seguro de que les pondrás remedio, cuando me convenga y mejor de lo que yo puedo esperar, Salve Estrella del Mar, Madre Santa del Valle.
Hoy es el día de la exaltación de la Santa Cruz, programa y bandera gloriosa de los católicos, junto a la cual estuvo María firme como una roca que las oleadas más furiosas del dolor no pudieron arrancar de allí, porque en ella, en la Cruz, moría su Hijo Dios y porque allí nacían sus hijos, puros hombres a fin de hacerlos semejantes a Dios, no en el poder ni la majestad, sino en practicar el bien en ellos mismos y en los demás: semejantes a Dios en la mansedumbre y dulzura del carácter.
Ninguna fuerza podía arrancarla de allí, porque había oído decir a su Hijo Divino: «Si alguno quiere ser mi discípulo, tome su Cruz y sígame». Desde ese día la Santísima Virgen se enamoró de la Cruz tan ardorosamente, que la ha convertido en el emblema de su reino y no acepta entre sus servidores, sino a seguidores de la Cruz que santificó la sangre de su Hijo adorado.
Si ese hijo, la justicia y santidad por naturaleza, entre los infinitos medios de que disponía, eligió el ensangrentado de la Cruz, resumen de todos los dolores, para reunirnos, ¿qué otra senda deberemos seguir nosotros? Esta bondadosa Madre no está dispuesta a quitarnos de los hombros la Cruz, lo hubiera hecho primero con su hijo divino, pero pone en juego todos los medios de que dispone su omnipotencia suplicante, para hacérnosla llevadera y meritoria, para convertirla en gloria y programa de vida, para volverla abundosa fuente de intensa alegría. Los primeros discípulos regresaban jubilosos porque habían sido dignos de soportar la Cruz de la contumelia por su Maestro: se habían formado en la escuela de María. En nombre de todos ellos y para todos los tiempos decía el apóstol: «No ambiciono otra gloria y galardón que la Cruz de Cristo, en la que se encierra la vida y la resurrección desde que Cristo, mi Señor, murió en ella».
Católico, tu puesto de distinción, tu sitio de honor es al lado de María Santísima, junto a la Cruz salvadora de su primogénito.
Ofrenda para hoy (o para mañana): Cuan do digas: En el nombre del Padre y del Hijo, etc…. y te persignes, recuerda, para que los vivas, tus compromisos y total consagración a Dios Nuestro Señor.
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón. Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel su siervo, acordándose de su santa alianza según lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo como era en principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén
Concédeme que te glorifique con una vida ejemplar, Virgen Santísima del Valle.
Concédeme fortaleza para convertir a tus enemigos en obsequiosos vasallos.
Oración: Señor nuestro Jesucristo, que en la Santísima Virgen del Valle nos has dado una Madre misericordiosa y una Protectora eficaz y tierna, concédenos que en agradecimiento, honremos con una vida ejemplar y divulguemos su culto y devoción con actividad y constancia. Así sea.
Bendito y alabado sea el misterio de la Santísima Trinidad, el augusto Sacramento del Altar y la Pura y Limpia Concepción de María Santísima, Señora nuestra, concebida sin mancha de pecado original y llena de gracia desde el primer instante de su ser natural. Amén.
Postrado humildemente a tus pies,
¡Oh Virgen Santísima del Valle! vengo, a pesar de mi indignidad, a elegirte por Madre, abogada y protectora, ante Jesús, tu Hijo divino, para amarte, honrarte y servirte fielmente todos los días de mi vida.
Alcánzame de Jesús un vivo horror al pecado; la gracia de vivir y morir en la fe más viva, en la esperanza más firme, en la caridad más ardiente y generosa.
¡Oh Virgen del Valle! Dame el consuelo de que en la hora de mi muerte, entregue mi alma en tus manos, y sea conducido por ti a la gloriosa inmortalidad. Amén
Padrenuestro, Ave María, y Gloria
Señal de la Cruz…