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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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En los Hechos de los Apóstoles se nos narra lo que vivieron los apóstoles justo después de presenciar la Ascensión de Jesucristo al cielo. Leamos:
«Y dicho esto, (Jesús) fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos. Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático. Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el Zelotes y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos» ( Hech 1, 9.12-14).
Por ello, ya casi en la vísperas solemnes de Pentecostés, te ofrecemos una selección de textos de San Juan de Ávila, esperando te puedan servir para meditar en la oración personal diaria, y prepararte así para recibir una vez más al Espíritu Consolador.
Porque aquella merced cuadra bien, que antes que venga es bien deseada; y el manjar que por sí es bueno, es mal empleado en quien no tiene gana de comer. No vendrá el Espíritu Santo a ti si no tienes hambre de Él, si no tienes deseo de Él. Y los deseos que tienes de Dios, aposentadores son de Dios, y señal es que si tienes deseos de Dios, presto vendrá a ti. No te canses de desearlo, que, aunque te parezca que lo esperas y no viene y aunque te parezca que lo llamas y no te responde, persevera siempre en el deseo y no te faltará.
¡Y cómo dice esto el real profeta David! El deseo de los pobres no lo menospreció Dios, oyólo el Señor. (Sal 21,25) ¿Quién es pobre? Pobre es aquél que desconfía de sí mismo y confía sólo en Dios; pobre es aquel que desconfía de su parecer propio y fuerzas, de su hacienda, de su saber, de su poder; aquel es pobre que conoce su bajeza, su gran poquedad; que conoce ser un gusano, una podredumbre, y pone juntamente con esto su arrimo en sólo Dios y confía que es tanta Su Misericordia, que no le dejará vacío de su consolación. Los deseos de estos tales oye Dios.” (…).
San Juan de Ávila. Del Sermón 27, sobre el Espíritu Santo