Domingo IV de Pascua. Escuchar, conocer y seguir.

Ya estamos en el Cuarto domingo de Pascua, hace unas semanas atrás celebrábamos el acontecimiento más importante para la vida del cristiano, la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Así como el segundo domingo de Pascua celebrábamos la fiesta de la Divina Misericordia, hoy celebramos la fiesta del Buen Pastor.
Ser pastor va más allá de una simple vigilancia de un rebaño, eso lo hace cualquier empleado por una buena paga. Ser Buen Pastor es conocer a sus ovejas, amarlas, es cuidarlas, atenderlas, es dejar en claro que ellas conocen su voz y lo siguen a donde Él vaya.
El texto sagrado nos invita a contemplar la figura de Jesús como pastor en tres verbos: ESCUCHAR, CONOCER y SEGUIR
Escuchar a Jesús, es poder acallar las voces del mundo para poder entender lo que el Señor nos dice en su palabra. Así como las ovejas al estar entre otro grupo pueden conocer el sonido de la voz del pastor, así mismo nos debe pasar a nosotros que aún estando en el mundo podamos estar atentos a la voz del amado para nunca perdernos del camino.
Conocer a Jesús, sin lugar a dudas es experimentar una relación íntima con el Señor, es poder manifestar el profundo amor que existe entre Él y cada uno de nosotros, es saber que el amor es más fuerte que la muerte, es llevarlo como un sello en el corazón, es sentir su mirada en cada instante de nuestras vidas.
Seguir a Jesús, es la expresión del desprendimiento total, ya no me importan las vanidades del mundo, es el abandono total dejando mi vida en sus manos para que sea Él quien la transforme y me ayude a seguir sus pasos.
Esta es la manifestación de la entrega total, de la confianza plena en aquel que por amor dio su vida por cada uno de nosotros y resucitando nos introduce en la vida eterna.
Por eso queridos hermanos, al contemplar la figura del Buen Pastor, debemos también ver la figura de aquel padre que cuida a su familia, que día a día busca el sustento para llevar a su hogar. Que los defiende del peligro y les brinda un lugar digno donde puedan crecer física y emocionalmente, donde se respire paz y amor. Esto es lo que el Señor hoy hace por cada uno de nosotros, nos congrega en su iglesia y nos ayuda a crecer en la fe, nos cuida y nos alimenta con su palabra y con su cuerpo en la eucaristía.
Hoy en este IV Domingo de Pascua pidamos también por nuestros los sacerdotes que han apostado a vivir su vida configurándose a Cristo el Buen Pastor, que al igual que el Señor puedan cuidar y pastorear el rebaño del pueblo santo de Dios y les ayude a guiarlo por el camino que los conduce hacia el Padre.
Que el Buen Pastor nos bendiga y nos cuide siempre.
Dios es bueno.
Diác. Freddy Obregón

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