El Radical Seguimiento de Jesús
Pbro. Thomas Chacón
Hoy el Evangelio nos presenta un llamado urgente y radical: el seguimiento de Jesús. No se trata de una invitación suave, sino de una exigencia que pone a prueba nuestros corazones y nuestras vidas.
En las lecturas de este domingo, vemos cómo el pueblo de Dios, a lo largo de la historia, ha luchado con la tentación de la envidia, el sectarismo y la exclusión. En el Antiguo Testamento, algunos líderes se sintieron amenazados por el don del Espíritu que Dios había concedido a otros. De igual manera, en el Evangelio, encontramos a los discípulos de Jesús disputando sobre quién era el más grande.
Jesús nos advierte contra estas actitudes. Nos dice que el Reino de Dios no se construye a base de rivalidades y divisiones, sino de amor, servicio y humildad. El Espíritu Santo sopla donde quiere, y es capaz de obrar maravillas incluso en aquellos que no forman parte de nuestro círculo más cercano.
Pero, ¿qué significa seguir a Jesús de manera radical? Significa estar dispuestos a renunciar a todo aquello que nos separa de Él, de nosotros mismos y de nuestros hermanos. Significa estar dispuestos a cortar por lo sano, como cuando Jesús nos dice: “Si tu mano te hace caer, córtatela”. Esta imagen tan fuerte nos habla de la necesidad de tomar decisiones drásticas cuando se trata de nuestra salvación.
El escándalo es otro gran obstáculo en el camino del seguimiento de Jesús. Escandalizar no es solo cometer un pecado grave, sino también cualquier acción o actitud que pueda llevar a otro a alejarse de Dios. Es toda mediocridad consentida, toda falta de compromiso con la Palabra de Dios.
Jesús nos advierte que será más fácil cargar con una piedra de molino que escandalizar a uno de sus pequeños. Esta imagen nos muestra la gravedad del pecado del escándalo y la importancia que tiene cada persona para Dios.
Jesús nos invita a una actitud de apertura y de inclusión. Nos dice: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro”. Esto significa que debemos reconocer la obra de Dios en todas partes, incluso en aquellos que no comparten nuestra fe o nuestras prácticas.
El seguimiento de Jesús es un camino exigente, pero también es un camino de profunda alegría y libertad. Al seguir a Jesús, encontramos la verdadera vida, aquella que no tiene fin. Al servir a nuestros hermanos, encontramos la plenitud de nuestro ser.
Hoy, renovemos nuestro compromiso de seguir a Jesús de manera radical. Pidamos al Espíritu Santo la gracia de vencer la tentación de la envidia, el sectarismo y el egoísmo. Que seamos instrumentos de paz, de reconciliación y de unidad en nuestra comunidad.