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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Diácono Freddy Obregón
En esta oportunidad el autor sagrado nos presenta a un grupo de fariseos que se acercan una vez más para poner a prueba al Señor, esta vez para hablarles del divorcio y no del matrimonio, como si se tratase de algo común; no han entendido pata nada el plan de Dios, siguen lejos de lo que significa el sentido de lo creado.
Si nos detenemos en la primera lectura podemos observar que Dios involucra al hombre en la creación y lo hace participe de la misma, incluso le da la oportunidad de que le ponga el nombre a todo ser viviente. Dios no es un ser egoísta, todo lo contrario nos hace protagonistas de la obra creada, a tal punto que en ocasiones somos capaces de transformarla y destruirla.
Pero la bondad y el amor de Dios se siguen manifestando y le regala al hombre una compañera. Dios no ha querido que el hombre esté solo, y tomando una costilla de Adán creó a una mujer, y presentándola al hombre les dio el poder para poblar toda la tierra. Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y uniéndose a una mujer se harán una sola carne.
Sin embargo, la terquedad del corazón del hombre muchas veces va contraria a lo que Dios nos ha encomendado, y entorpece el plan que el Señor tiene para nuestras vidas. Ciertamente los fariseos se acercan a Jesús para buscar un motivo del cual acusarlo, pero el Señor que conoce los corazones de los hombres, les da una clase magistral de lo que debe ser el amor conyugal, de lo que debe ser el matrimonio y su indisolubilidad.
El Señor ante este tema que le presentan los fariseos, y que luego sus discípulos también le preguntan, les dice en el principio no fue así eso que están diciendo, no es consecuencia del matrimonio, es consecuencia de la dureza del corazón, pero en el principio no fue así. ¿A qué se refiere con dureza del corazón, en qué momento el corazón se hace duro? Eso es cuando ya no es flexible, cuando ya no hay creatividad, cuando ya no hay detalles, cuando ya no hay cariño, cuando ya no hay amor el corazón se va haciendo duro, no sucede de la noche a la mañana tiene que haber muchos eventos que vayan haciendo que el corazón vaya perdiendo es flexibilidad, esa creatividad, ese cariño hasta el punto que se hace tan duro que es inflexible.
La cuestión no es hablar del divorcio, sino más bien preguntarnos por qué las dos personas están tan firmes y aisladas que no permiten una adaptabilidad a una comprensión y a una escucha que son atributos esenciales en el matrimonio. Aquí la cuestión no es por qué discutir el divorcio, sino más bien preguntarnos por qué el corazón se volvió tan rígido. En vez de buscar el divorcio y justificarlo con tantas razones inútiles, sería más provechoso investigar qué es lo que podemos hacer para que nuestro corazón se torne flexible, para que nuestro corazón deje de ser duro, para que podamos volver al primer amor. Ahí es donde Jesús nos indica en el principio no era así: volvamos al inicio, volvamos al origen. ¿Qué razón tuvieron para casarse?
¿Es que es permitido perder las ganas de vivir, es permitido dejar de luchar por una meta, es lícito dejar de luchar por la familia? Pues no lo es, como tampoco es permitido el divorcio en la iglesia, el divorcio viene a ser el homicidio del matrimonio, donde ya no va a haber opción de Reconciliación y no se trata de eso aquí habría tratar de ver qué hacer para recuperar el amor y las recomendaciones siguen siendo diálogo, comprensión, escucha, darse tiempo juntos verdad, tratar de mirarse a los ojos, de poder entender al otro para poder entonces dar ese paso de vivir otra vez en el amor, Jesús nos lo deja bien claro.
En este mundo donde pareciera que el matrimonio es un tema solo social, o de capricho de un grupo de personas que no han entendido la razón de ser de este sacramento, la Iglesia como maestra y guía debe apostar por el plan original de la creación, hombre y mujer, siguiendo el designio de Dios, lo demás es ajeno a su voluntad.
Dios es bueno.