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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Estamos por culminar el mes de junio, mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Hemos celebrado su Solemnidad y con ello Dios ha derramado una gracia muy especial sobre aquellos que constantemente buscan honrarle, agradarle, consolarle; pero también sobre aquellos que no le conocían, para que impulsados por el amor que brota de este Corazón se hagan sus fieles devotos.
Verdaderamente conviene hacerse devoto del Sagrado Corazón de Jesús. Muchos santos así lo experimentaron y por eso se esforzaban en darlo a conocer. Es el caso de San Juan Eudes, de Santa Margarita María de Alacoque, Santa Gertrudis, San Claudio de Colombiére, San Juan María Vianney, el Beato Bernardo de Hoyos -principal apóstol del Sagrado Corazón de Jesús en España-, San Juan Pablo II, San Manuel González García, y así como ellos muchos otros más. Todos ellos profundizaron en el misterio del Corazón de Cristo, en el que veían el «refugio» donde acogerse, la sede de la misericordia, el lugar del encuentro con Él, la fuente del amor infinito del Señor, de la cual brota el agua del Espíritu, la verdadera tierra prometida y el verdadero paraíso.
San Juan Eudes, sin duda, fue un apóstol de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Una devoción que nos invita a dejarnos amar por el Corazón de Jesús y también a corresponder con amor a tanto amor que nos tiene, por eso siempre debemos pedir al Señor: “Jesús manso y humilde de Corazón has mi corazón semejante al tuyo”.
San Juan Eudes, un hombre de Dios, del que se conoce una frase hermosísima: “Para ofrecer bien la Eucaristía se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias». Y es que los devotos al Corazón de Jesús son almas eucarísticas, y la razón podemos encontrarla en estas palabras del joven Carlo Acutis, el ciber apóstol de la Eucaristía, del cual celebraremos su beatificación el próximo 10 de octubre:“Estar cerca de Jesús en el sagrario es ser como Juan, el discípulo amado. Es estar junto a su pecho, porque la Eucaristía es el Corazón del Señor. De él surge la entrega, el amor, lo mismo que es la Eucaristía”, por eso estaba convencido que la Eucaristía era su autopista al cielo y que “estar siempre unido a Jesucristo era su único proyecto de vida”.
Cierto es, mis queridos hermanos, y lo dice el mismo San Juan Eudes que “Jesús nos ha dado su amabilísimo Corazón que es el principio y origen de todos los demás dones”. San Juan Eudes fue conquistado por el amor de este Sagrado Corazón y por eso se convierte en uno de sus apóstoles. Él enseñaba que “el Sagrado Corazón es un horno de Amor Divino” y que “los que desean unirse a este corazón son purificados, inflamados, y transformados por el Fuego Divino”.
San Juan Eudes inaugura esta devoción al Corazón de Jesús, promoviendo, antes que nadie, el culto público del Sagrado Corazón de Jesús. En 1670 celebra la primera fiesta. Lo propagó ardorosamente en sus correrías apostólicas, le consagró sus dos congregaciones, instituyó su fiesta, escribió su oficio, erigió cofradías, construyó en su honor Iglesias y Capillas, y produjo un movimiento que llegó a extender a la Iglesia entera. Escribe un libro titulado «La devoción al Corazón de Jesús». Por eso el Papa San Pío X llamaba a San Juan Eudes: El apóstol de la devoción a los Sagrados Corazones.
La devoción al Corazón de Jesús busca suscitar en los fieles el amor al Señor y la confianza en su infinita misericordia, de la cual el Corazón es prenda y símbolo porque «junto al Corazón de Cristo, el corazón humano aprende a conocer el auténtico y único sentido de la vida y de su propio destino, el valor de una vida auténticamente cristiana, a permanecer alejado de ciertas perversiones del corazón, a unir el amor filial a Dios con el amor al prójimo. De este modo ( y ésta es la verdadera reparación exigida por el Corazón del Salvador) sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo».(San Juan Pablo II).
Decía San Juan Eudes que “La primera causa de las llagas dolorosísimas del Divino Corazón de nuestro Redentor, son todos nuestros pecados”, y eso nos hace recordar palabras del mismo Señor a Santa Margarita María de Alacoque: “Soy un Maestro santo, que enseño la santidad. Soy puro y me ofende la menor mancha.” La devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos mueve ante todo a amarle, y el que ama buscará en todo agradarle, porque sabe que el más mínimo pecado le hiere; por eso también, ese mismo amor nos mueve a reparar por tantas ingratitudes, porque es el mismo Corazón Sagrado de Nuestro Señor Jesucristo que pide ser consolado de lo que sufre por la ingratitud de los hombres, la cual llega más al alma que todos los tormentos de su pasión.
Pidamos, pues, que “El Corazón de Jesús sea nuestro mismo corazón, es decir, que podamos formarnos a su medida” (San Juan Eudes), para experimentar de una manera especial su amor, bien lo decía el santo: “El Corazón de Jesús es una hoguera de amor que esparce sus fuegos y llamas por todos lados, por el cielo, por la tierra y por el universo entero; fuegos y llamas que abrasan los corazones de los serafines y que abrasarían todos los corazones de la tierra, si no se opusieran a ello los hielos espantosos del pecado”.
El Corazón de Jesús es un refugio inmenso de incontables gracias, especialmente para alcanzar la santidad. Acerquémonos pues a Él con gran confianza, y seamos de sus fieles devotos en unión a todos los santos y santas que tuvieron una especial devoción a este Sagrado Corazón fuente inagotable de amor para nosotros.
Oración:
“Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo que por el excesivo amor con que nos has amado, nos has dado el amantísimo Corazón de tu Hijo para que no teniendo sino un solo corazón con Él te pudiéramos amar perfectamente; concédenos, te lo suplicamos, que nuestros corazones fundidos en uno solo entre sí con el Corazón de Jesús, lo hagan todo en la humildad y caridad de Cristo y que, gracias a su mediación, se cumplan los justos anhelos de nuestro corazón, Por el mismo, Jesucristo nuestro Señor, tu Hijo, que siendo Dios, vive y reina Contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.”
(Del Misal Romano, Oración Colecta de la Solemnidad delCorazón de Jesús).
Todos los escritos de San Juan Eudes han sido tomados de su libro “El Corazón de Jesús” capítulos 1,4,9,13 y de las meditaciones sobre el Divino Corazón de Jesús, el Corazón de Jesús formado en nosotros.
Laura Pastrán
Hermoso! Gracias hermana! ❤️