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Parroquia "San José de Chacao"
Página Web Oficial del Complejo Parroquial "San José de Chacao" – Arquidiócesis de Caracas
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Continuamos con este tema tan apasionante y es la de conocer a Maria la madre de nuestro Señor Jesús y reconocerla también como Madre de Dios.
En el audio pasado reconocimos varios eventos, donde se cumplía la promesa de Dios viendo sus símbolos: como el que la virgen estaba embarazada de forma milagrosa, que daba a luz a un varón, que Isabel su prima estaba en su sexto mes de embarazo, siendo ella no solamente anciana, sino declarada como estéril y el hecho mismo del nacimiento del Salvador.
Por cierto, el hecho que haya dado luz y que después de eso se mantuviera virgen, es todo un misterio, ya que no hubo testigos más que Dios y los ángeles.
La tradición de la Iglesia indica que así fue, está consagrado en el concilio de Constantinopla de año 553 cuando se establece el dogma mariano de la virginidad perpetua de María, pero lo tocaremos en otro momento.
Vimos que Maria tiene la “plenitud” de la gracia de Dios ya que el mismo ángel Gabriel se lo comunicó y de manera irrefutable, porque los ángeles que vienen de la presencia de Dios, no pueden mentir.
Siguiendo con el tema de descubrir a Maria como madre de Dios, vamos a leer un hecho donde otra persona lo manifiesta de María y que apoya nuestro tema.
Ubica en tu biblia el Evangelio de Lucas 1,39-45. Leamos con alegría recordando ese hermoso momento.
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la
montaña de Judá.
Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno,
e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno.
Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de
parte del Señor».
Analicemos lo leído e indaguemos lo que Dios nos quiere revelar.
Tenemos 7 elementos resaltantes, presta atención.
Isabel y ella al oír el saludo de Maria, el niño -que ya sabemos que es San
Juan- saltó en su vientre. Aquí vemos un primer resultado de estar en plena
gracia de Dios, ya que el niño salta no por susto o miedo, sino por la presencia del poder de Dios que explicaremos en el siguiente punto.
Nos debemos recordar que el ángel le dice a Maria que había hallado gracia frente a Dios y que cuando ella le pregunto:
¿Cómo saldría ella embarazada si no conocía varón?, el ángel le informo que el Espíritu Santo descendería sobre ella y el poder de Dios la cubriría con su sombra.
Vemos entonces que se llena del Espíritu Santo en tu totalidad, que desciende sobre ella la Sombra de Dios, la shekinah ¿se acuerdan?, quedando Maria no solo en plenitud de la gracia, sino que queda consagrada y santificada por y para Dios, como lo prefigurado en el Arca de la Alianza.
Seguido vemos a Isabel que, con solo al escuchar su voz, se llena también de esa presencia de Dios y exclama algo hermosísimo que ratifica todo lo prefigurado en el antiguo testamento y lo que hemos leído hasta este momento, exclama ella: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¡Que hermosas palabras hermanos! Palabras que ratifican las cosas que desarrollamos en estos encuentros: Maria ES bendita y ES Bendito el niño que ella lleva dentro de sí.
Recibimos como enseñanza de la Iglesia a través de sus pastores, que existe algo que se llama la Garantía de Inerrancia. Esto es que todo escrito en la biblia es inspirado por Dios, por tanto, carece de error. Si un profeta, un Evangelista, etc., habla o escribe algo bajo inspiración del Espíritu Santo, lo que diga o escriba sobre lo que quiere Dios comunicar, carece de todo error. En pocas palabras no puede ser mentira. Pasemos al siguiente punto y unamos esto con el mensaje.
Isabel llama bienaventurada a Maria de algo que ella no presenció, que nadie le dijo, que Maria no le había comunicado y que llena del Espíritu Santo, indica que el mismo Señor le había mandado a decir algo que le fue anunciado y que se cumplirá.
Pasamos a explicar bíblicamente quien es Jesús y teológicamente que representa Maria.
Para ello ubicaremos 2 textos de la biblia y al final haremos una reflexión teológica según enseña la Iglesia.
Primero ubica en tu biblia el libro del Genesis 1, 4 Leemos:
“En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
La tierra era caos y vacío, la tiniebla cubría la faz del abismo y el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios: Haya luz. Y hubo luz.
Vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de la tiniebla.”
Leímos el primer relato de la creación en el libro del Genesis y notamos aquí los símbolos de la Santísima Trinidad (que se explican mucho más claros en el nuevo testamento).
Intervienen 3 personas en el relato leído:
1-Dios, a quien, gracias a Jesús, llamamos Padre
2-La palabra de creación de Dios o el “Verbo”, cuando dice: “Que exista la luz”
3 -Y el Espíritu Santo, representado como algo que “se cernía sobre las aguas”
Mantenemos en nuestra mente esos símbolos y pasamos a leer al Evangelista Juan capítulo 1, 1-18. Leemos:
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo».
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Recordando lo que leímos en el primer capítulo del Genesis, encontramos que ese Verbo que habla San Juan Evangelista y que se hizo carne, no es otro que Jesús que por obra del Espíritu Santo se hizo hombre en el vientre de Maria.
Por tanto, ese Dios uno y trino, que por su mismo poder se hace hombre, específicamente el Verbo, escoge a una Mujer, que es Maria, para esa inconmensurable tarea.
Entonces decimos que Maria es Madre de Dios en cuanto a hombre y ese hombre es Jesús.
Como a Dios que es totalmente espiritual y ha existido siempre, no tiene principio ni fin, no puede tener madre, ya que implicaría que, si tuvo un inicio, pero en cuanto a Dios hombre, que sabemos que es Jesús, si tuvo un inicio que ya conocemos y muy bien.
Concluimos entonces recordando lo último que dijo Isabel, que se cumplirá lo que fue anunciado, ¿Qué fue lo que se cumplió?
Que casi 800 años antes, un profeta que sabemos fue Isaías, profetizó que Dios daría una señal, que una Virgen estaba embarazada y que daría a luz a un niño y que ese niño será el Enmanuel, el Dios con nosotros.
Que, en la plenitud de los tiempos, que no es otra cosa que todo lo que había que cumplirse, que según Dios debía suceder, vino de la presencia de Dios un emisario que anunció a esa mujer, que era la escogida para algo impensable, que quedaría embarazada sin tener contacto con hombre y que daría a luz un niño que sería el hijo de Dios, por tanto, ella sería su madre.
Ella, Maria, sería la que se convertiría y se convirtió en la Madre de Dios.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.
Alabado sea Jesucristo.
Cita |
Objetivo |
Maria Enviada (Impulsada por el Espíritu Santo) |
|
Lucas 1,39-45 |
La Acción del Espíritu Santo en Maria y Garantía de Inerrancia |
|
El Verbo y el Verbo hecho carne |
Genesis 1, 1-4 |
La presencia de la 2da persona de la trinidad (El Verbo) |
Juan 1,1-18 |
Introducción del Evangelio de San Juan |
Descargar Pdf Tema III: María Madre de Dios (3ra parte)
Guillermo Salgado, Catequista