Un Dios que llama

#Joven Net.Xto

Hoy en día existen diversas concepciones de la palabra «vocación» que la reducen a una simple elección personal o inclinación inmanente sin más, perdiendo casi del todo la connotación original de una actividad de la voz (…), el llamar, el llamamiento, lo cual supone una persona, un llamante, alguien distinto, un quién; cuestión por la que, como hizo Hans Urs Von Balthasar, puede plantearse la interrogante de: ¿llamado por quién, quién te llama? Ante esto cabe resaltar el dato antropológico de la capacidad del hombre de autotrascenderse, alegato respaldado por los exponentes más recientes de la psicología humanista-existencial, quienes demuestran que en el ser humano existe una tendencia natural a fines y valores que se encuentran fuera de él, (…), el tender a algo fuera y distinto de uno mismo. A causa de ella traspasa sus límites espaciales y temporales, reconociendo progresivamente un fondo inabarcable.

Este es un movimiento de búsqueda existencial donde, para el que vive su humanidad integralmente -siguiendo a San Juan Pablo II-, el primer logro es, tal vez, el descubrimiento de Dios inmediato, la interpretación de la misma existencia como «don misterioso» que revela la trascendencia, en la que está impresa el reflejo de este ser atemporal y eterno que le sostiene y con el que, por ser causa de su razón y facultades radicalmente no dadas por sí mismo, puede dialogar. En efecto, Él ha creado un ser co-rrespondiente, capaz de responder al tú divino porque es capaz de responder al propio yo.

En esta dinámica subyace una íntima conexión entre lo divino y lo humano, que impulsa a dar una respuesta específica a obrar. Con este panorama, la vocación, no dejando de ser un acontecer humano, rodeado de circunstancias históricas, es esencialmente una invitación o llamada de Dios al hombre. Esta se va develando mediante un misterioso y progresivo diálogo consigo mismo y con las necesidades actuales, en donde las inclinaciones y aptitudes propias, así como las relaciones con los demás, son indicativo de una misión en medio y en favor del mundo que afecta su totalidad hasta tal punto que no es una parte de la vida ni un apéndice o momento más de la existencia sino, antes bien, lo que le da su sentido, del que quedaría desprovisto si pudiera erradicarla de su ser.

En esta línea, «vocación adquiere un significado nuevo»,  profundamente religioso, al ser ‘referido a Dios’, quien ha sido presentado en la Sagrada Escritura como «Aquél que llama», viéndose en este llamar como un atributo divino, como algo característico suyo, acción cuyo despliegue veremos descrito como el itinerario del pueblo de Israel hasta la plenitud de los tiempos, con Jesús, experiencia que se actualiza en la vida de cada creyente.

Pbro. Luis Antonio García Thomas

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