V DOMINGO DE PASCUA

Un solo Maestro

La fuerza transformadora de la Pascua afecta tan positivamente las vidas, que ninguna queda igual. Esa efusión de gozo pascual viene a renovar nuestras relaciones. En este sentido, lo primero que nos llama la atención, es ver cómo -siguiendo la lectura del Libro de los Hechos de los Apóstoles (cfr. Hch 6,17)-, la comunidad de los discípulos del Señor se organiza conforme los dones y carismas que ha recibido para atender a quienes les necesitan. Es el servicio en el Espíritu. Es poner las gracias que el Espíritu Santo nos confiere al servicio de la comunidad. Y es que los ojos del Señor están puestos en sus fieles, esos fieles que se ponen a su servicio, para servir en su Nombre y para su mayor gloria a sus hermanos, esos que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre (cfr. Sal 32).

Es en este mismo sentido que encontramos en la primera Carta de Pedro (1 Pe 2, 4-9), a una comunidad que sabe y se siente escogida por Dios para construir su Reino. Son «piedras vivas» en la construcción de un templo espiritual que incide igualmente de un modo positivo en su entorno. Esos son los discípulos que el Señor quiere, esos que se involucran e inciden en la sociedad impregnando por todo el mundo del buen olor de Cristo.

Es este el sueño de Jesús, que le conozcamos, le demos a conocer, y permanezcamos siempre unidos en su amor por la eternidad. Y es precisamente esto con lo que nos encontramos hoy en el Evangelio de Juan 14,1-12. Jesús, hablando con sus discípulos en la última Cena, prepara sus corazones para cuando Él ya no esté físicamente, de modo tal que puedan continuar la obra que Dios empezó en ellos. Podríamos decir, que la instrucción que en este momento les imparte el Maestro, tiene un talante de  «testamento espiritual» de gran peso…

Por sobretodo, quiere el Señor que permanezcamos muy unidos a Él. Es la clave, no sólo para una auténtica y sana relación con nosotros mismos, sino también con los demás. El único camino de la felicidad lo encontramos en Jesús. Este es el camino que expresa con autenticidad la vida cristiana: comunión con Jesús. De hecho, podemos afirmar con toda veracidad, que sólo en unión con Él, podemos ser fecundos y dar frutos en abundancia en nuestra vida personal, familiar y laboral…

Un feliz Domingo, y una feliz semana a todos!

Y muchísimas bendiciones a todas la madres en su día!

Pbro. Reinaldo Gámez