CARITAS PARROQUIAL, «MI CUENTO DEL VIERNES»

 

A continuación compartimos con ustedes la experiencia vivida por una de nuestras feligreses este viernes 12 de junio, durante el compartir de nuestro Comedor Parroquial perteneciente al proyecto «Los abuelos de San José», Ella misma lo ha titulado: «Mi cuento del viernes».

«Hoy conocí a la profesora (no sé si se escribe así) Rosemariè Newton. Los primeros de la fila con quienes me topé traían rostros duros, facciones molestas, seguro el hambre y el cansancio de la espera apremiaba, ansiosos de entrar y ocupar los primeros puestos de las sillas vacías. Ella llegó paciente y sonriente, fue la primera persona que me miró a los ojos, de mirada brillante, la primera también que, tras su tapabocas, me sonrió.

La profe “Rosemariè (me contó), dio clases en la Universidad Católica Andrés Bello y en la Universidad Central de Venezuela por más de 20 años. Su inglés perfecto; brillante léxico. De ella brotaba cariño y cercanía en su conversa. De vocabulario cercano y tono amable, gestos suaves y cordiales. Al contarnos de sus hijos, en EEUU, Chile e Inglaterra, nos decía: “Ellos están bien, yo estoy más tranquila sabiendo que ellos están allá. Toda mi familia está fuera”. 

Cuando me llamaron, me dio la bendición y me dio gracias por la conversa.

La profe, que pudo haber sido profe mía, y que físicamente tanto se parecía a quien me dió Estética y Seminario de Filosofía Contemporánea, sólo recibe la pensión para sustentarse, poco menos de medio cartón de huevos, y es una de los sesenta y tantos abuelitos que tres veces a la semana forman parte del Comedor Parroquial “Los abuelos de San José”, en mi parroquia, mi pueblito de Chacao.

Después de la conversa conocí tanto viejitos con postgrados como abuelitos que, en medio de su poca escolaridad, compartían el mismo rostro de la injusticia.

Ni unos ni otros merecen las dificultades y carencias que tienen para subsistir por sus propios medios…

Y terminé imaginando qué hubiese sido de mí en un futuro si hubiera decidido quedarme de por vida entre los pasillos y salones donde tanto he amado dar clase, visualizándome a largo plazo como la profe Rosemariè, posiblemente mirándome entre los abuelitos del comedor, y en ese mismo lugar cuya experiencia durante tantos años de mi vida ha tenido otro matiz.

¿En qué momento la pobreza y la educación se desdibujaron juntas?

Hoy pido por nuestros viejitos, por todos, académicos y no, tan vulnerables, tan frágiles, tan dependientes.

¡Todos podríamos ser Rosemariè, sin importar a qué hubiésemos decidido dedicarnos!

Le llegó su turno, manos generosas le entregaron almuerzo y postre, y ella nos dejó su sonrisa que es inevitable no responder y su sentido agradecimiento.

  • Adiós Pily, me encantó conocerte.
  • Adiós profe.

 

Pily Méndez Quintero 

1 comentario en “CARITAS PARROQUIAL, «MI CUENTO DEL VIERNES»”

  1. Me conmovió mucho este artículo…soy docente y se de las carencias de muchos, que como nosotros nos hacemos padres temporales de muchachos que buscan en sus profesores algo más que la instrucción de las materias. El docente que ama su profesión, sabe que no hay limitaciones a la hora de ser referente, de acompañar al alumno hacia el buen camino, no solo en cuanto a conocimiento sino a los valores que deben ser sólidos y verdaderos para que crezcan como seres de bien.

    ¿Es posible ayudar a esta profesora?¿Cómo puedo contribuir con ella?

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