DOMINGO XVIII – TIEMPO ORDINARIO (A)

Vengan todos a saciarse

En la liturgia de hoy, la Palabra de Dios trae la alegre noticia de la salvación que invita a todos los que se reconocen pobres, esto es: necesitados de Dios, a saciar el hambre y la sed que de Él llevamos dentro. Nadie debe sentirse excluido de esta invitación en la que se encuentra la respuesta que da sentido a la vida y que satisface todos los anhelos del ser humano. La Primera Epístola de San Juan se nos dice que Dios es amor (1 Jn, 4,8), un amor que se ha manifestado hasta el extremo en la generosa entrega de Jesús en la Cruz y que sigue llegando a nosotros en el continuo donarse del Espíritu Santo en nuestras vidas (Rom 5,5).

Una de las características que tiene el amor de Dios es que es siempre fiel e incondicional. De allí que el salmista alabe a Dios por la clemencia y compasión manifestada en quien le necesita.

Estas características y manifestaciones que han sido el talante de la obra salvífica de Jesús se colocan de relieve de un modo particular en el texto del Evangelio de hoy (cfr. Mt 14,13-21), en el cual el Señor manifiesta una vez más que Dios no permanece indiferente ante las necesidades de quienes le siguen. Jesús, una vez rechazado por los de su patria (Mt 13,53-58) y enterado de la muerte del Bautista (Mt 14,1-12), se retira con sus discípulos para orar, meditar y descansar. No obstante, la circunstancia suscitada hace imperativo seguir anunciado y comunicando los misterios del Reino de su Padre.

Tanto para los discípulos de ayer y de hoy, dos enseñanzas quedarán plasmadas en el corazón. En primer lugar, que la compasión misericordiosa del Señor le hace implicarse para saciar tanto las necesidades espirituales como las materiales. En segundo lugar, ha querido el Señor hacer imprescindible la participación de los discípulos. Éstos, deberán también implicarse compartiendo  de lo poco que tienen. El anuncio, la compasión y la bendición del Señor, no excluyen la colaboración de quienes le siguen y desean imitarle. ¿Qué les hace falta para esto?: Salir aún más de sí mismos, mirar a su alrededor para percibir las necesidades de sus contemporáneos (esto implica mirar más allá, mirar como Jesús); luego, implicarse y colocar su ‘granito de arena’.

Feliz Domingo!

 P. Reinaldo G.