DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO (A)

Seguir a Jesús

El Domingo anterior, contemplábamos a Pedro haciendo una extraordinaria confesión de fe, la cual le mereció un gran elogio por parte de Jesús y la promesa de la autoridad máxima dentro de la Iglesia (cf. Mt 16,16-19). No obstante, hoy vemos que recibe también del Maestro una severa amonestación que pone de manifiesto lo mucho que le queda por aprender: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios» (Mt 16,23).

Esta amonestación nos interpela también a nosotros y nos llama a un examen de conciencia acerca de nuestro ser cristiano. ¿Somos de verdad fieles a la enseñanza de Jesucristo, hasta el punto de pensar realmente como Dios, o más bien nos acomodamos a la manera de pensar y a los criterios de este mundo? A lo largo de la historia, no pocos hijos de la Iglesia hemos caído en la tentación de pensar según el mundo, de apoyarnos en las riquezas materiales, de buscar con afán el poder político o el prestigio social; a tal punto, que han sido más los intereses mundanos que el espíritu del Evangelio el que nos mueve. Ante estos hechos, se nos vuelve a plantear la pregunta: «¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida?» (Mt 16,26).

Pensar como Dios piensa y seguir a Jesús van de la mano y pasa por la cruz. Ello implica el discernimiento constate de interpelarnos si realmente caminamos con el Maestro, dejando que sea Él quien guíe nuestros pasos. No obstante, implica también recordar en todo momento que su destino, será también el nuestro…

Feliz domingo!

 

P. Reinaldo G.

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