DOMINGO V DE CUARESMA

La vergüenza del pecado y la gracia del perdón.

Reflexión sobre Juan 8, 1-11: La Mujer Adúltera

El pasaje de la mujer adúltera en el Evangelio de Juan (8, 1-11) Nos presenta una escena dramática y profundamente humana, revelando aspectos esenciales del carácter de Jesús y de la naturaleza del pecado, la ley y la misericordia.

La escena se desarrolla inmediatamente después de que Jesús pasara la noche en el Monte de los Olivos y regresara al templo al amanecer. Su enseñanza atrae a la multitud, pero también a los escribas y fariseos, quienes le presentan una mujer sorprendida en flagrante adulterio. La situación está cuidadosamente orquestada como una trampa. Según la Ley de Moisés, la mujer merecía la lapidación, y los líderes religiosos buscan poner a Jesús en una encrucijada: si abogaba por la ley, parecería cruel e insensible; si abogaba por el perdón, lo acusarían de quebrantar la ley.

La reacción inicial de Jesús es notable: se inclina y comienza a escribir en el suelo con el dedo. Este silencio y esta acción aparentemente trivial crean una tensión palpable. Podríamos imaginar la incomodidad de los acusadores y la vergüenza de la mujer. Jesús no entra inmediatamente en su juego, sino que les obliga a confrontar su propia postura y quizás, sus propias faltas. Su acción de escribir en la tierra, aunque su significado exacto es debatido, sugiere una conexión con la creación, con la transitoriedad de las acciones humanas o incluso, simbólicamente, podría evocar los pecados escritos que claman justicia.

Finalmente, ante la insistencia de sus acusadores, Jesús se levanta y pronuncia una frase lapidaria: «El que de vosotros esté sin pecado, que tire la primera piedra». Esta respuesta es de una genialidad divina. No niega la gravedad del pecado de la mujer, pero desvía la atención hacia la hipocresía y la conciencia de los acusadores. Les obliga a mirarse a sí mismos antes de juzgar a otros.

El efecto es inmediato y poderoso. Uno a uno, comenzando por los más ancianos, los acusadores se retiran avergonzados. La ley, utilizada como arma de condena, se vuelve contra quienes la esgrimen con doble moral.

Jesús queda solo con la mujer. Su pregunta: «¿Mujer, dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» revela su comprensión de la situación y su preocupación por ella. La respuesta de la mujer, «Nadie, Señor», marca un punto de inflexión. Jesús no la condena, pero tampoco trivializa su pecado. Su mandato final: «Vete, y en adelante no peques más», es una invitación a la conversión y a una vida nueva.

Este pasaje del Evangelio nos ofrece profundas reflexiones para nuestra vida actual.

* La Hipocresía del Juicio: Nos advierte contra la tendencia a juzgar a los demás con dureza mientras ignoramos nuestras propias faltas. Antes de señalar el pecado ajeno, debemos examinar nuestra propia conciencia.

* La Primacía de la Misericordia: Jesús nos muestra que la misericordia y el perdón son fundamentales en el Reino de Dios. No se trata de ignorar el pecado, sino de ofrecer la oportunidad de la redención y el crecimiento.

* La Dignidad Humana: Jesús trata a la mujer con respeto y dignidad, incluso en su momento de mayor vergüenza. Reconoce su valor intrínseco más allá de su error.

* La Invitación a la Conversión: El «no peques más» no es una condena, sino una llamada amorosa a cambiar de rumbo, a vivir de acuerdo con el amor de Dios.

* La Soledad del Pecado y el Encuentro con la Gracia: La escena final, con Jesús y la mujer solos, subraya la soledad del pecador y la posibilidad de un encuentro personal y transformador con la gracia divina.

En definitiva, el relato de la mujer adúltera nos invita a reflexionar sobre nuestra propia actitud hacia el pecado, el juicio y la misericordia. Nos desafía a abandonar la hipocresía y a abrazar la compasión, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien vino no para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. Es un recordatorio de que todos somos pecadores necesitados de la gracia de Dios y que el perdón y la oportunidad de un nuevo comienzo son siempre posibles.

Dios es bueno.

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